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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Una tesis sobre la Historia del Derecho español de sociedades anónimas



El pasado 19 de septiembre tuvo lugar la defensa por Rafael Ansón Peironcely del trabajo elaborado para obtener el grado de Doctor,  sobre “La Ley y el Reglamento de 1848 sobre compañías mercantiles por acciones”. En el Salón de Grados de nuestra Facultad tuvimos la suerte de dedicar unas cuantas horas a repasar, al hilo de las intervenciones del doctorando y, sobre todo, de los miembros del Tribunal (formado por los Profesores Cuesta Rute, Rojo Fernández-Rio, Otero Lastres, Juste Mencía y Fuentes Naharro) la forma de hacer una ley mercantil española hace cerca de dos siglos y las circunstancias que entonces se dieron. Una defensa y un debate que nos hicieron ver a todos que muchos de los problemas que debatían entonces los diputados no estaban lejos de los que vuelven a plantearse sobre el tapete de nuestro Derecho de sociedades contemporáneo. 




He sido un testigo privilegiado de un esfuerzo muy largo, de muchos años, de callado y constante trabajo de investigación primero, y de redacción después por parte del autor sobre una materia en la que tenía no pocas dificultades. Estamos ante una tesis singular cuyo tema le fue sugerido hace ya casi quince años a Rafael Ansón por el Profesor Fernando Sánchez Calero y que pretendía volver a la Historia de nuestro Derecho de sociedades como forma de conocer mejor la actual coyuntura en la que se encuentra. Hacer una tesis doctoral sobre una ley aprobada en el año 1848 significaba contar con una brevísima y parca bibliografía al respecto y condenar al estudioso a una revisión mastodóntica de la documentación parlamentaria y de otro tipo que acompañó la aprobación de aquel texto legal. Rafael Ansón ha sido habitual lector en las bibliotecas del Senado, del Banco de España, y otras instituciones cuyos fondos ha ido minuciosamente expurgando. He podido aprender con él las circunstancias de nuestra Historia mercantil de hace 160 años.  Leer algunas de esas actas y diarios de sesiones permitía imaginar los debates de figuras tan emblemáticas para los mercantilistas como Sáenz de Andino y otros juristas decimonónicos.



La lectura de la tesis y las intervenciones de los miembros del Tribunal animaron un recorrido histórico y dialectico sumamente enriquecedor para todos los que seguíamos el acto. Ahora sólo me queda desde aquí felicitar públicamente a Rafael por su nuevo grado de Doctor y por haber culminado este trabajo, largo y satisfactorio.



Madrid, 24 de septiembre de 2014