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martes, 8 de mayo de 2012

Retribución (XI): say on pay (7) ¿Renace el poder de la junta?


Temo aburrir a los lectores con excesivas entradas sobre el tema de la retribución pero ésta y la siguiente entrada apuntan a una cuestión de mayor calado: la recuperación del papel de la junta. Algunas semanas atrás, Salvador Arancibia publicó en Expansión un artículo que tituló “Los accionistas quieren protagonismo” (Expansión, 23 de abril 2012, p.16). El punto de partida ya es conocido: las tribulaciones que padecen determinados gestores bancarios ante la resistencia o negativa de las juntas generales a aprobar los informes en materia de retribuciones. Junto a ese asunto, son otros en los que de manera progresiva se manifiesta una tendencia de los accionistas a expresar voto, mediante su discrepancia hacia determinados aspectos de la gestión:



 “El próximo viernes Barclays Bank celebra en Londres su junta general de accionistas y parece que para evitar problemas, o al menos críticas en la junta, ha anunciado que el consejero delegado y el director financiero de la firma renuncian a cobrar el 50% de su bonus diferido a pagar en tres años, mientras que la rentabilidad sobre los activos no supere el coste del capital. La semana pasada los accionistas de Citigroup echaron atrás la propuesta de que el consejero delegado tuviera una remuneración de 15 millones de dólares, algo más de 11 millones de euros.

En España también empieza a haber ejemplos de cierta separación entre los gestores de algunas compañías y los accionistas, aunque no se llega a ese nivel de enfrentamiento. Por poner algún ejemplo, tanto en la última junta de Telefónica como en la de Banco Santander los representantes de inversores institucionales castigaron a los responsables de la compañías en las que tienen invertido parte de sus recursos no tanto por su gestión, sobre la que votaron favorablemente en su inmensa mayoría, como por algunos aspectos concretos de gobernanza con la que no están muy de acuerdo”.

De lo que sucedió en la Junta de Citigroup me ocupé en una anterior entrada y en cuanto a la que celebró Barclays Bank, transmito los párrafos iniciales de la crónica de Patrick Jenkins “Barclays suffers executive pay backlash” en Financial Times:

“Nearly a third of Barclays shareholders failed to support the bank’s remuneration report during a fiery annual meeting at which the bank’s chairman apologised for its “poor communication” on executive pay.

At yesterday’s vote 26.9 per cent of investors opposed the pay plan and a further 4.6 per cent abstained marking  another victory for investors in what is being dubbed a “shareholder spring”.

Chairman Marcus Agius and Alison Carnwath, who chairs the bank’s remuneration committee, also pledged to cut bankers’ pay and boost shareholder pay-outs in future. “The balance of rewards between shareholders and employees has to change in favour of shareholders,” Ms Carnwath said to enthusiastic applause from shareholders”.

Más parece, en cualquier caso, que estemos ante un movimiento que, aunque encuentra en ciertas propuestas retributivas un poderoso acicate para la reacción de los accionistas, alcanza a otros asuntos no menos relevantes con respecto a la gestión de las grandes compañías, que Arancibia menciona. Más allá de ello, se puede atisbar en esos hechos actuales un leve renacer del poder de la junta general y, por medio de ella, del imperio de los accionistas sobre los administradores. Termino, de nuevo, con la cita de los párrafos finales del artículo de Salvador Arancibia:

“Hasta ahora se entendía que, con un accionariado tan disperso y numeroso como el existente en la mayoría de las grandes empresas, era casi imposible, salvo catástrofes empresariales, que una junta de accionistas echara abajo las propuestas de los gestores. Pero es evidente que esta situación está cambiando y que los accionistas, o al menos los inversores institucionales que tienen un peso creciente en el capital de las empresas, no quieren dejar totalmente en las manos de los equipos gestores las riendas de las compañías. Es un movimiento que los responsables empresariales deberían considerar con mayor atención.

En los momentos de bonanza económica no ha habido esa presión, posiblemente porque los buenos resultados y el aumento constante de los dividendos y de la valoración de las acciones limaban las asperezas. En la actualidad, con unas cotizaciones muy inferiores, y con el temor a caídas de los dividendos, los requerimientos de los accionistas ganan intensidad y fuerza. Esta puede ser una de las razones que ha llevado a buena parte de las grandes empresas españolas a mantener los dividendos a pesar de la fuerte caída de los resultados obtenidos en la crisis y a proponer que una parte de éstos no se cobren en metálico sino que se haga en nuevas acciones para reducir de esta forma la salida de fondos de la empresa”.

En los principales medios, los hechos impulsan que continúe la reflexión en torno a esa situación, como acredita el artículo del pasado fin de semana en Financial Times, titulado “Boards wake up to a shareholder spring”. Es cierto que la información la motivan los acuerdos sobre los programas de retribuciones, pero crece la idea de que asistimos a un cambio (veremos si transitorio  o definitivo) en la conducta de los grandes inversores institucionales. Transcribo los párrafos iniciales del último artículo citado:

For decades annual meetings have been polite affairs. The big institutional insurance and pension fund managers, who own the bulk of shares, usually back management having thrashed out concerns privately long before they reach the ballot box.

Not this year. There has been a breakdown in discussions with several boards after institutions accused them of persistently rewarding executives with multimillion-pound bonuses despite anaemic performances. This comes against a backdrop of deepening anxieties about jobs, wages, and returns on savings. Shareholders have simply lost patience with persistently poor returns over five years”.

Madrid, 8 de mayo de 2012