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jueves, 20 de octubre de 2011

Informe de la Comisión de Expertos Internacionales en materia universitaria

Hace no muchos días se hizo público el Informe de la Comisión de Expertos Internacionales de la EU2015, de fecha 21 de septiembre de 2011 encargado por el Ministerio de Educación y Universidades. Como todos los que formamos parte de la universidad y mantenemos la ilusión por participar en su presente y en su futuro, he leído con interés este documento. Recomiendo su lectura no porque esté de acuerdo con la totalidad de su contenido, sino porque creo que supone un ejercicio adecuado para un momento tan difícil como el que atraviesa la Universidad española y, en particular, la Universidad Complutense. 


Es un Informe del que debo destacar el valor de muchas de las propuestas que hace. No dejan de señalar los redactores las repetidas ocasiones en que sus interlocutores les recomendaban prudencia a la hora de plantear reformas. No parecen haber seguido esa recomendación. Terminan su resumen ejecutivo haciendo “un llamamiento al país para que contribuya con valentía y voluntad” y han titulado el Informe Audacia para llegar lejos: Universidades fuertes para la España del mañana. Está claro que los redactores de este Informe consideran que la Universidad tiene que afrontar un cambio en profundidad.

Transcribo simplemente las áreas en las que el Informe considera que se pueden producir avances a corto plazo. Se trata de las “áreas de mejora inmediata”:

“Las recomendaciones presentadas y argumentadas en este informe pueden parecer una lista abrumadora de medidas difíciles de llevar a la práctica. Las acciones que se sugieren a continuación, reiteran de forma clara las ideas que la comisión plantea a los responsables políticos e institucionales para que reflexionen y actúen a todos los niveles de la educación superior y la investigación españolas:

- Uso eficaz de los indicadores de rendimiento: aunque son necesarios, no se precisan 50 indicadores de rendimiento que conduzcan únicamente a discusiones interminables sobre qué importancia conceder a cada uno de ellos, y en última instancia hagan imposible alcanzar conclusiones claras. Es preferible utilizar unos pocos indicadores certeros y fácilmente mensurables, con pequeños márgenes de error.

- Incentivos y fondos compartidos: estos instrumentos no requieren de ajustes jurídicos y permiten definir y desarrollar la excelencia. Asimismo, posibilitan la excelencia "no planificada", algo que a menudo olvidan los responsables           políticos.

- El papel de Latinoamérica: las relaciones fructíferas con instituciones latinoamericanas no deben considerarse sinónimas de internacionalización, sino más bien un estímulo de la misma. Del mismo modo que las empresas 49 españolas comenzaron su internacionalización introduciéndose en Latinoamérica y luego pasaron a ser realmente internacionales, las universidades deben ampliar sus relaciones. El hecho de que el dominio del inglés es hoy en día imprescindible para la internacionalización está fuera de   todo género de duda.

- Desarrollo de la confianza sin normativas adicionales y medidas de responsabilidad: las universidades deberían disponer de libertad para cosechar éxitos y fracasos. El hecho de que el gobierno les otorgue un estrecho margen de maniobra no es el camino hacia la excelencia. No obstante, y a pesar de las dificultades, algunas universidades españolas dan muestras ya de importantes progresos, hecho éste que debería reconocerse públicamente a fin de convertirlas en modelos - mutatis mutandis - para el resto.

- Contratación de personal destacado: este será siempre el elemento más crucial, y sólo será posible si el proceso de selección pasa a ser más abierto e internacional. Un número muy reducido de universidades ya ha logrado adoptar este sistema de contratación, y el resto debería tomar ejemplo. Por supuesto, muchas universidades pueden optar por desempeñar un papel eminentemente local y contribuir al desarrollo social y económico de sus comunidades, lo que haría necesario otro sistema de contratación distinto. A pesar de ello, éste siempre debería ser abierto y abogar por la excelencia”.

Estas áreas no desconocen que muchas de las medidas que se proponen implican un cambio radical en el modelo jurídico, pero ya he tenido ocasión de señalar que los redactores del Informe no han optado por conformarse con sugerir medidas que tengan cabida en la actual situación, sino por recomendar a las Universidades españolas una aproximación valiente hacia la mejora de su futuro.

Madrid, 20 de octubre de 2011